sábado, 17 de noviembre de 2007

El misterio del taller

Llegué ayer a la oficina, luego de una breve ausencia (siempre hay algún buen motivo para salir de la oficina y pocos para permanecer en ella), cuando encontré sobre mi escritorio un papelito que, por su brevedad y blancura, capturó inmediatamente mi atención.
He aquí la nota:

No fue el nombre Candela, que gracias a ser poco común me permitió descifrar el grado, sino el nombre del taller, de hecho subrayado: "cosina", lo que me intrigó.

Dado que me resulta impensable que la maestra secretaria de castellano pueda confundir "cocina" con "cosina", no me queda más que reafirmar una sospecha que siempre tuve: en esta escuela hay talleres secretos que funcionan bajo claves misteriosas, siglas, que ocultan su verdadero propósito.

Las siglas siempre han ejercido una peculiar atracción sobre los no-iniciados. ¿Qué objetivos se esconden tras las letras prolijamente agrupadas para formar un nuevo vocablo inocente?

Tratemos de dilucidar juntos a qué se dedican los que asisten a este taller y por qué no se queda Candela.

C.O.S.I.N.A. - carmelitas ociosas sin ilusión ni alegría - un grupo religioso se reune por las tardes en el primer piso y discurren sobre sus vidas y la falta de aventuras ¡No es raro que Candela no quiera participar en este taller! De hecho me asombra que exista...

Quizás sea c.o.s.i.n.a. - comidas organizadas sin interés ni amor - no sé por qué insisto en asociarlo a la palabra "cocina", lo que debe ser, evidentemente, un error, porque ¿qué necesidad hay de ocultar la existencia de un taller de cocina? Pero convengamos en que tampoco es un taller que despierte el interés de multitudes...

Alguien me sugiere, y con razón, que no debo necesariamente atribuir una palabra a cada letra. Elaboramos entonces: CO.SIN.A. - comidas sin ajo o colaciones sin azúcar - hay mucha gente que tiene problemas con el ajo, pero ¿tantas como para que sea necesario mantener el taller en secreto? En el tiempo de las bebidas sin azucar (con gas, sin gas, con jugo, sin jugo) ¿es plausible imaginar un taller que se dedique a la elaboración de tales brebajes? A menos que tengamos un grupo de químicos en el primer piso tratando de inventar una bebida que desbanque a las grandes favoritas, lo dudo...

Creo que, después de mucho pensar, ¡hemos dado en la clave! Debe tratarse de un taller que enseñe a "comer sin aumentar". ¡De ahí la necesidad de mantenerlo en secreto! Porque ¿quién no quiere comer sin aumentar? Si ésto se supiera el taller no daría abasto... Como sé que Candela no se queda, veré si me hago una escapada...

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